Virna
La historia de Virna
No considero mi EII algo tan malo, pues tengo que vivir con ella. Le hablo a la gente sobre mi enfermedad ya que no hay nada malo al respecto.
Diagnóstico
Me diagnosticaron EII cuando tenía sólo 18 años. Tuve los síntomas durante un año completo antes de ir al médico. No sé por qué no fui a verlo antes, pienso que fue porque me sentía muy avergonzada. No se lo comenté a nadie de mi familia hasta que la situación fue imposible de sobrellevar.
Cuando fui a ver a mi médico, iba al baño como 20 veces al día y perdía mucha sangre. No podía salir de casa y estaba muy asustada.
Cuando me hicieron el diagnóstico fui muy consciente y me plantee que debía arreglarlo, así que no me asuste. Aunque los síntomas era considerables, me sentí fuerte y no pensé que fuera algo tan grave como parecía ser.
Haciendo cambios
Al principio, mi vida no cambió mucho. Comencé con algunos fármacos y funcionaron. Tenía un médico que no se preocupaba mucho por mi dieta o estilo de vida. Vivía sola así que comía bastante mal. No siempre aceptaba mi enfermedad ni tomaba el medicamento con suficiente regularidad.
Después de un año, mis síntomas empezaron a volver y tuve que cambiar la medicación a un tratamiento más fuerte que me hizo encontrarme muy mal.
Contárselo a la gente
Al principio, trataba de esconder mi EII, porque pensaba que podía controlarla. No sentía ninguna motivación para contárselo a nadie.
Posteriormente, me puse muy enferma, y empecé a decírselo a todo mundo, incluso a gente que no conocía. Les decía que tenía ese trastorno y que podía necesitar ir al baño en momentos inusuales. Esto creó una zona de seguridad. Cuando la gente no sabe qué sucede, puede pensar cosas muy malas. Su imaginación es peor que el hecho real. Así que contándoselo sabía que no habría nada inexplicable.
No considero mi EII algo tan malo, pues tengo que vivir con ella. Así que le hablo a la gente sobre mi enfermedad; no es un error hacerlo.
Manejar mi EII
Probé muchos medicamentos distintos pero no me encontraba bien. Durante más de tres años entraba y salía del hospital con mucha frecuencia y mis síntomas eran importantes. Me sentía muy asustada por mi enfermedad.
En esa época estaba preparando mi boda y estaba muy nerviosa. El día de mi boda no me sentía molesta por mi, sino por la gente que quería y que estaba muy preocupada. Estaba tan obsesionada por poder tener "un problema" durante ese día, que transmitía esa ansiedad a mi marido, mi hermana y a quien estuviera a mi alrededor. Estaba en un estado de ansiedad continua que estaba apoderándose de todo.
Unos días después de mi boda terminé en el hospital, enferma de gravedad.
Mi momento
Estuve en el hospital durante cuatro semanas. Fue un periodo muy largo y terrible. Después de muchas pruebas, el médico dijo que no podía ayudarme más y que debía considerar la cirugía. Pero no estaba lista para aceptarlo. Sentía que debía haber otra salida. Pero al mismo tiempo había tocado fondo y había perdido mucho la esperanza.
Lloraba y me encerraba en el baño. Mi hermana me ayudó mucho durante esa época y trató de decirme que "yo podía hacerlo". Lentamente la fui creyéndo y estoy orgullosa de cuando le dije al médico que no me haría la cirugía. Finalmente me di cuenta que tenía fuerza y podía ayudarme. En ese momento supe que no podía perder la esperanza.
Así que decidí salir adelante, aunque nadie creía que podría hacerlo. Ni yo estaba segura de que podría hacerlo: pero sabía que debía hacer todo lo posible para ayudar a mi EII.
Con EII no hay muchas historias positivas; la gente dice que es una enfermedad que no tiene cura y era muy duro escuchar eso. Mi hermana leía mucho sobre otras formas de manejar la EII: meditación, acupuntura, yoga, etc y empezó a pasarme información. Así que lo intenté, sin mucha confianza, pero quería intentar todo lo que fuera posible. También empecé con cosas para mantenerme más tranquila: meditación, yoga, entrenamiento físico y a comer más sano y tomar Omega 3. No se qué estaba funcionando, pero todo junto parecía ayudarme. También dejé la universidad y todo el estrés, y este fue el momento en que empecé a sentirme mejor de lo que jamás había estado.
Me ayudó mucho empezar con psicoterapia. La EII es una enfermedad tan invasiva que necesitas a alguien que te ayude a afrontarla. A veces sentimos que no tenemos fuerza y la psicoterapia te enseña que eres tu quien tiene el poder sobre tu enfermedad. Me ayudó a cuidar más mi cuerpo.
Asistí a terapia durante un año y durante ese periodo me sentí física y mentalmente bien. Empecé a vivir de nuevo. Once meses después de mi última hospitalización formé parte de un intercambio de estudiantes internacional llamado Erasmus. Fui a Valencia, al sur de España, durante 5 meses. Antes, esto hubiera sido imposible. Tenía miedo de todos los lugares extraños y nunca había imaginado ir a otro país. Pero después de la psicoterapia pude sentirme lo suficientemente segura para hacerlo.
Cuando llegué a Valencia estaba un poco asustada pues era la primera vez desde que me diagnosticaron CU que estaba lejos de casa durante tanto tiempo. Además, mi autoestima no estaba tan alta después de la etapa más grave de mi enfermedad. Hablé con los coordinadores les expliqué mi situación y me aseguraron que podía volver a casa siempre que fuera necesario. Después de un tiempo, me di cuenta que todo iba en la dirección correcta. Estaba viviendo una vida nueva e independiente, y este fue uno de los mayores logros de mi vida; en especial tras haber tenido tantos fracasos anteriores. Finalmente, logré completar mi periodo de Erasmus y lo pasé genial.
Está claro que es imposible seguir con todo lo que hacía entonces, así que ahora trato de encontrar un equilibrio. Como más sano; alimentos frescos y orgánicos. Tomo Omega tres y trato de mantener la calma, hacer yoga y kickboxing, y algo para eliminar el estrés. Creo que la psicoterapia fue lo más efectivo. Hay cosas que funcionan mejor en unos que en otros; he aprendido a reconocer lo que me ayuda.
Actualmente, llevo fuera del hospital dieciocho meses y ya no tengo los síntomas. No se por qué. Quizá porque me estoy cuidando mejor y también porque soy más estricta a la hora de tomar mis medicinas y nunca me salto una dosis. Creo que he encontrado la forma correcta de controlar mi enfermedad.
Consejos para otras personas
- No debes tener miedo a tu enfermedad: hay muchos síntomas y son aterradores, pero puedes llegar a conseguir el control de tu cuerpo.
- Acepta consejos. Cuando estaba muy enferma pensé que nadie podía entender mi enfermedad ni a mi. Era una necia y estaba enfadada, así que no estaba preparada para aceptar ayuda en el momento en que más la necesitaba.
- Inténtalo todo antes de rendirte ante la enfermedad. Recuerda que tienes la posibilidad de tomar las riendas.
- Pienso que quizá todos los que padecen EII deberían hacer psicoterapia, pues realmente ayuda a controlar la enfermedad.
Mi futuro
Después del intercambio Erasmus retomé mis estudios y me gradué en la universidad el mes pasado. Estoy muy orgullosa del lugar en el que estoy en cuanto a mi educación y ahora estoy intentando hacer el Doctorado en estudios de comunicación.
Lo que noto es que cuanto más pruebo cosas nuevas o más logros consigo, más aumenta mi autoestima. Puede ser fácil perderla, un poco de sangre o una punzada en el estomago, por ejemplo. Pero debes seguir adelante, y ahora tengo una buena reserva de confianza y autoestima para cuando la necesite.
¡Espero continuar mi educación y seguir desafiándome y mejorando!
Aviso legal: NO ES UN SUSTITUTO DE LOS CONSEJOS MÉDICOS. Estas historias de pacientes son sólo a modo informativo y no buscan ser un sustituto de la ayuda, consejo, diagnóstico o tratamiento profesional. Debes consultar con tu médico antes de tomar cualquier decisión sobre tu salud.